La naturaleza es un prefacio de la vida inmortal de Dios, que podemos leer en el canto, como música universal. A través de ella, llegaremos a conocer un poco a Dios, en su dinámica que esplende por toda parte, generando energía en flujo y reflujo, en todas las gamas que le son propias. Todo lo que sale de las “manos generosas” del Creador comienza a transformarse y, en el mismo impulso, despierta los valores puestos en él por la mente divina, en la secuencia divina de lo que puede
ser y existir. Los hombres, si no los sabios de la Tierra e incluso de los mundos habitados, deben procurar conocer las
sustancias que llegan a sus manos. No hacen nada; todo está hecho por el Creador, incluso las transformaciones. Hay leyes que regulan este kinetismo divino, sin competencia en las líneas del entendimiento. Los espíritus sabios buscan siempre
los valores con respeto y gratitud, sin olvidar que todo viene del Señor; nada hacen los hombres, salvo
descubrir lo que ya existe en los pliegues de la eternidad.
Número de páginas | 256 |
Edición | 13 (2024) |
Idioma | Español |
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