Continuación del soldado Aguirre.

Álvaro, farmacéutico de profesión, cierra su jornada laboral y se marcha a casa una noche tranquila. Un encuentro inesperado con una castañera, seguido de un suceso confuso mientras espera al semáforo, marca el comienzo de un vacío en su memoria.

Despierta en un hospital sin recordar quién es, acompañado por un médico, un guardia civil y una mujer: Rosario, su empleada en la farmacia.

Rosario decide cuidarlo y lo lleva a su hogar, anunciando que serán pareja de hecho. Para ayudarle a recuperar sus recuerdos, viajan al pueblo natal de ella, en Aragón. Allí, entre montañas y viejas rutas ferroviarias, una escena del pasado regresa con fuerza: Álvaro descubre que, en realidad, es un sargento superviviente de una explosión en un puente durante una tormenta, años atrás.

Ese recuerdo repentino lo enfrenta con su verdadera identidad y le hace comprender la elipsis temporal que ha atravesado —un salto inesperado entre dos tiempos— dejando resonar la antigua enseñanza: “Tempus fugit”, el tiempo vuela.