"La maldición de los gatos" es un relato breve e impactante que aborda con crudeza la pérdida de la inocencia y el peso del trauma infantil. A través de la mirada de Andrés, un niño que presencia un acto atroz de crueldad animal a manos de dos hermanos mayores, la historia explora el despertar precoz al horror del mundo real.
El autor construye un escenario aparentemente cotidiano —un paseo por la playa— que rápidamente se transforma en una pesadilla. La narración, sobria y directa, no se detiene en adornos ni evasivas: muestra sin ambages la violencia y el sadismo, provocando en el lector una reacción visceral de repulsión y compasión. Los verdugos actúan con una frialdad escalofriante, y la pasividad de Andrés, paralizado por el miedo, añade una capa de angustia e impotencia que lo marcará de por vida.
A medida que avanza el relato, la crueldad da paso a la culpa y al trauma. Años después, Andrés sigue siendo atormentado por los recuerdos de aquel día. La culpa no expresada, el silencio y la sensación de haber sido testigo de algo maldito se condensan en una frase que resuena como un eco sobrenatural: “Esto es la maldición de los gatos.”
El relato es también una crítica implícita al sadismo infantil no controlado y al entorno que permite que se perpetúe. Aunque breve, la historia deja una huella profunda y despierta una reflexión moral sobre la violencia gratuita, la empatía y las cicatrices invisibles que deja el horror cuando no puede ser nombrado ni reparado.
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